Cuatro, el número de años que a cada uno le quedaría por vivir…

ROMPEOLAS: Cinco, si los hijos, ya casados con pareja e hijos a su vez, estarán dispuestos a tenerlos en sus casas… Seis, si la pareja de un hijo (hombre o mujer) los aceptarán sin chistar y sin remilgos… Siete, si los abuelos estarán dispuestos a vivir en la casa de un hijo… Ocho, si los hijos tendrán una economía que les permita cubrir la parte del asilo que por derecho toca y corresponde… Nueve, si los hijos vivirán en otra ciudad y por añadidura, se deslindan argumentando que viven muy lejos… Diez, incluso, arguyendo que “no tienen tiempo” y, claro, ni voluntad tampoco pues de que hay hijos avilones, ninguna duda…

ARRECIFES: Se trata de “la hora de la verdad”, “la cruda verdad”… Tiempo cuando con los padres ancianos y quienes “ya dieron toda lo posible” necesitan andaderas para vivir en el día y la noche… Y, bueno, y en la regla biológica, si los padres procrearon y crearon y crearon bien a los hijos, entonces, la vejez, la hora de que la vida se voltee y los hijos cuiden de los padres para una ancianidad digna posible…

ESCOLLERAS: Terrible y espantoso, por ejemplo, cuando los hijos están conflictuados y cada uno “se tira la pelota”… Y cuando suelen tener parejas difíciles que hacen más dura y ruda la vida… Más, a la hora de fijar el destino de los padres seniles… Y cuando los hijos, con todo y tener una economía desahogada, se hacen los desatendidos… Occisos… Omisos… Y arrojan la pelota a los otros… Más turbulento cuando los padres únicamente procrearon un hijo porque entonces, toda la tarea y responsabilidad recae sobre él… Y, claro, si está casado, sobre su pareja y quien, a su vez, padres tiene…

PLAZOLETA: Se trata de un hecho, una circunstancia, inevitable… Tarde o temprano, la hora llega… Y ha de enfrentarse con firmeza y entereza, porque ni modo de abandonar a los padres a ver si la caridad cristiana los bendice y llega y son rescatados… Historias, por demás, reales, como aquellos hijos que de plano internan a los padres en un asilo y siguen viviendo en el otro extremo del mundo y solo de vez en vez, se acuerdan y hablan por teléfono para saber si continúan vivos o ya murieron…

PALMERAS: “La vida es así y qué le vamos a hacer”… Cada hijo ha de apechugar la realidad… Y de acuerdo, cierto, con su economía… Pero más, mucho más, según su formación familiar, moral y social… De acuerdo con sus sentimientos y pensamientos… Y principios y valores… Y su volumen de afecto, cariño y gratitud por sus padres, como aquel chico de Veracruz (¡qué desgracia!) quien a punta de hachazos mató a su padre harto del maltrato a su señora madre…