Y aun cuando unas encuestas definen ganadores, la realidad es que por ahora, “nada para nadie”.
Por razones de peso y con peso:
Una:
Las encuestas son “la fotografía de un instante”.
El momento cuando el ciudadano con credencial de elector es entrevistado y hasta por teléfono.
Dos:
La tendencia del voto suele cambiar incluso cuando el ciudadano está en la fila para votar.
Tres:
La encuestitis suele llevar al triunfalismo.
Cuatro:
Una cosa es “lanzar las flores al viento” y otra, mil, dos mil, tres mil años luz de distancia, la realidad avasallante.
Cinco:
La inminente elección de Estado está en marcha. Pero con frecuencia, suelen concitarse grandes sorpresas.
Quizá el historial más estrujante fue en el año 2000 cuando todas, todas, todas las encuestas daban como triunfador al priista Francisco Labastida Ochoa y ganó el panista Vicente Fox Quesada.
Entonces, la prudencia y la mesura sugiere que el trío de candidatos a ocupar la silla embrujada del palacio de gobierno de Xalapa (embrujada porque a todos sin excepción marea, enloquece y hace levitar) han de esperar el momento crucial del 2 de junio.
Más porque luego del debate uno y otro aspirante a la jefatura del Poder Ejecutivo estatal podrá declararse ganador.
Pero, bueno, ya se sabe, una golondrina solitaria nunca anuncia el verano.
Más, caray, cuando un medio impreso publicó en portada y a ocho columnas que la población electoral de Veracruz (seis millones de votantes) ya eligieron por la candidata de AMLO, el presidente.

II (Temas a discusión)
Los temas centrales del debate de hoy en Xalapa son los siguientes:
Uno. La política migratoria.
En un Veracruz con un millón de paisanos en Estados Unidos, el paraíso terrenal, todos huyendo del fracaso de la política económica dada la incapacidad de quienes han ocupado la silla embrujada.
Más, y como en el caso de Cuitláhuac García, exhibido por la secretaría de Trabajo federal y el Seguro Social con su ineficacia e ineficiencia para recuperar los miles de empleos perdidos en el par de años del COVID.
Y dos, huyendo todos los migrantes de la delincuencia organizada (carteles y cartelitos, sicarios y pistoleros, malosos y malandros) y dueños del día y de la noche y dueños del destino individual, familiar y colectivo de la población.
La incompetencia oficial para crear y recrear empleos dignos y pagados con justicia social en las regiones indígenas, campesinas, obreras y de clase media y clase baja para enaltecer sus vidas.
Dos. El desarrollo social.
El desarrollo, pues, a una vida plena. Donde cada ciudadano se sienta a plenitud de sus facultades y sea dichoso y feliz y viva con tranquilidad, sin sobresaltos.
Sin feminicidios. Sin desaparecidos. Sin asesinatos. Sin fosas clandestinas. Sin extorsiones.
Tres. La política de gobierno y la cultura democrática.
Una cosita es cacarear la vida democrática en Veracruz entendida, digamos, como elecciones limpias y transparentes, y otra cosita es la democracia educativa, de salud, seguridad y de justicia.
Y, claro, la democracia económica en un Veracruz con seis millones de habitantes en la miseria, la pobreza, la jodidez, el desempleo, el subempleo y los pichurrientos salarios de hambre.
Una democracia electoral nada, absolutamente nada significa sin la democracia educativa y de salud, etecé, etecé.