Y sin rendir cuentas a nadie, pues por eso mismo son los tlatoanis, los chamanes, los gurús.
Además, claro, y en nombre de las facultades metaconstitucionales, nombran e imponen a los secretarios del gabinete legal y ampliado.
De acuerdo con el sistema político, el presidente elige por razones divinas a los gobernadores y a los diputados federales y senadores.

PASAMANOS: Y en contraparte, el gobernador de cada entidad federativa impone a los candidatos a las presidencias municipales y diputaciones locales.
A veces, el presidente de la república lo privilegia para nombrar a uno que otro candidato a diputado federal y a la senaduría, incluso.
En ningún caso, la decisión final se cede a la población con credencial de elector.
Cada ciudadano sufraga, en todo caso si acude a las urnas, por los candidatos elegidos a gusto, placer, gozo y conveniencia, de los jefes máximos.
Por eso, la versión de que el presidente de la república ejerce el poder “en el país de un solo hombre” y cada gobernador en su entidad federativa.

CORREDORES: Antes, mucho antes, en el tiempo, por ejemplo, de las dictaduras militares, de los generales en el mando presidencial dependía, ajá, el ejercicio democrático.
Durante 34 (treinta y cuatro) años, Porfirio Díaz Mori, el famoso héroe militar con Ignacio Zaragoza de la batalla de Puebla contra los franceses, impuso su ley.
En el caso de Veracruz, por ejemplo, nombró por sus pistolas al general Luis Mier y Terán como su góber precioso.
Incluso, cuando los nueve jarochos se rebelaron a una reelección más de Díaz Mori, ordenó a Mier y Terán que los “¡Matará en caliente!”.
Y “en caliente” los mató con tiros en la espalda y hasta tiro de gracia… por si las dudas todavía respiraban.

BALCONES: Durante diecinueve años, su otro amigo, Teodoro A. Dehesa fue impuesto como gobernador.
Y cuando Diaz Mori ordenó el asesinato de trescientos obreros textiles de Río Blanco por declararse en huelga en contra de un empresario amigo del dictador, Dehesa guardó silencio y se hizo occiso y omiso ante aquella tremenda masacre de la historia.

PASILLOS: AMLO, el presidente, en su castillo, el palacio federal. Revoloteando la democracia con su Dedazo. Nueve candidatos a igual número de gubernaturas. Su visto bueno en las candidaturas a diputados federales y senadores de la república.
Así fue en la llamada “Dictadura perfecta” del priismo. Y de los doce años del panismo.
La locura total y absoluta: Plutarco Elías Calles imponiendo a cuatro presidentes sucesores.
Y las tribus políticas, disciplinando, acatando sin chistar la orden callista.
Tan duro es el mesianismo que cuando Lázaro Cárdenas exilió a Calles una madrugada a Los Angeles, al día siguiente todos los legisladores federales amanecieron cardenistas.
Y al día siguiente todos los gobernadores callistas, cardenistas.
Y al tercer día, todos los jefes militares del país se reinventaron como cardenistas.
El jefe máximo en turno en la silla embrujada del palacio federal es el chamán.
Hay días, exclamaba Calígula, cuando me siento dios.

VENTANAS: La democracia, entonces, al mejor estilo obradorista.
Como antes de acuerdo con el estilo personal de ejercer el poder Enrique Peña Nieto, Felipe Calderón, Vicente Fox, Ernesto Zedillo y Carlos Salinas, entre tantos otros.
“No se hagan bolas. Es Colosio” dijo Salinas a las elites priistas cuando oscilaban entre Luis Donaldo Colosio y Manuel Camacho Solís.
Cada presidente manosea y prostituye la democracia de acuerdo con sus neuronas, su corazón, su hígado y sus intereses.