Luego, nada tan fabuloso como tirarse en la hamaca y mecerse de cara al Golfo de México y unas cheladas bien frías y mirando el partido de fútbol… Digamos, la vida fabulosa, extraordinaria, de la clase media media y baja y de la clase baja… Más ahora, con la Tableta Digital que permite mirar películas en casa… Y filmes exitosos que construyeron historia…

CURVA PELIGROSA: Los periodistas, historiadores, intelectuales y políticos de su tiempo cuestionaban al cronista John Reed porque, además, actuaba como un activista social y político opositor y soñaba con el socialismo y admiraba a Lenin… Pero todos, sin excepción, reconocen, y en todo caso, que se salvó de la condena y la satanización por la extraordinaria calidad artística de su prosa… Contemporáneo, incluso, de los poetas Ezra Pound y T. S. Eliot, John Reed (los tres estudiados en Harvard), la narrativa del cronista que cubriera par de revoluciones al lado de Pancho Villa y Lenin y la primera guerra mundial y la guerra en Los Balcanes y la entrada del ejército alemán a París en 1914, sus crónicas en el libro “La guerra de Paterson” es un hermosísimo poema en prosa contando hechos inverosímiles… Y a partir de las cosas sencillas y simples de la vida cotidiana… Siempre, siempre, siempre, lejos de las tribus y hordas políticas…

AUTOPISTA DEL SUR: A las seis de la mañana ya es de día… Y es la hora de sacar a la mascota a caminar y trotar en el parque de la esquina… Y ejercitarse en el bulevar y el malecón… Y luego enseguida alistarse con el mejor fario y karma para la jornada laboral… Y llegar a la empresa, la oficina, el taller con una buena vibra para la creatividad… Y pasar las horas con los astros acomodados a favor… Y mirando las cosas positivas sin meterse en habladurías, chismes, dimes y diretes, intrigas, cizañas y difamaciones… Y, claro, si eres creyente, dar gracias al Ser Superior por un nuevo día… Como dicen en el rancho, el milagro de amanecer vivo… Y con el acelerador metido hasta el fondo… Y sintiendo y creyendo que los demás andan en la misma onda milagrosa…

AUTOPISTA DEL NORTE: Tirios y troyanos han de dejarse de chorizos… Los reporteros y columnistas únicamente escriben, primero, para que por ahí sean leídos por uno que otro colega… Y segundo, quizá por un jefecito de prensa… Y tercero, rara, extraordinaria ocasión por un político… El grueso de la población lectora anda ocupada en la despensa, el itacate y la torta en casa… Una señora pudiente tenía una gatita de color negra… Y la gatita vivía como princesa en su mansión… Incluso, dormía con ella en el extremo sur de la cama… Y hasta le daba la mamila en la boca… Un día, la señora vendió la casa y se cambió a fraccionamiento privilegiado… Y dejó a la gatita a la deriva… Ahora, es una gatita callejera… Duerme en la azotea de alguna casa donde le agarra la noche… Come cuando puede… Ene número de veces se ha embarazado y saldrá el chamán de su parto… Huele y huele mal… Y en las mañanas anda de patio en patio buscando alimentos… Y la señora aquella “ni por el caballo volvió”…

RECTA FINAL: En contraparte, hay chicas y señoras jóvenes que apenas, apenitas miran a un gatito y/o un perrito callejero, de inmediato lo rescatan, adoptan y llevan a casa a vivir… Entonces, cabildean con los animalistas a través del WhatsApp ofreciendo adopción… Y antes de proceder, checan y vuelven a checar la forma de vida de la familia correspondiente y las razones para desear tenerlo en casa… Insólito: el escritor Ernest Hemingway tenía cincuenta gatitos en la Finca Vigía en Cuba… Y hasta un veterinario contratado para garantizar la salud de todos… Y como se ha publicado, tenía debilidad por un gatito al que trepaba a la mesa cuando comía y le servía un platito con leche bañado con gotitas de whisky… Y el gatito, dichoso con aquel manjar… Era Hemingway casi casi un San Francisco de Asís…

META: En el parque de la esquina crecía una bella y hermosa y sabrosa plantita de flor de izote… Y, claro, algunos vecinos en la disputa por arrancarla para un banquetazo… Incluso, antes de florecer en su magnitud… Y, bueno, alguien por ahí detectó la codicia y la ambición gastronómica sin límites… Y en la oscuridad de una madrugada decidió cortarla… Y de tajo… Es decir, hasta las raíces se llevó… Se ignora si habrá sido decisión superior para evitar conflictos humanos innecesarios… Pero el jardín bien podadito luce triste… Las palomitas y las ardillitas quedaron sin una plantita para encaramarse y mecerse… Y quizá hasta una mordidita a la flor de izote… Ni hablar, en la vida hay a quienes “ni lo que comen” les hace daño… Y ni modo de interponer una querella ante, digamos, los ambientalistas… El jardinero, como Poncio Pilatos… Nada sabe del atropello “de lesa humanidad”…