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Malecón del paseo
Miércoles 17 abril, 2024

Escribir para que te amen

**Y quieran los amigos
**Miserables regalías

EMBARCADERO: En momento estelar de su vida, la escritora Simone De Beauvoir definió con claridad su vida, la razón de ser con peso... “Yo anhelaba ser leída mientras viviera, por mucha gente, que me estimara y amara... La posteridad no importaba nada”... Lo confiesa en su autobiografía, “La fuerza de las cosas”... Casi casi como cuando Gabriel García Márquez, Nobel de Literatura, aseguraba que únicamente escribía para que “mis amigos me quieran”

Luis Velázquez

Lo decía el poeta y escritor, Jorge Luis Borges: “La patria de un hombre es donde están y viven sus amigos”… En el pueblo, el dicho enseña lo siguiente: “Los amigos se cuentan con los dedos de una mano y sobran dedos”…

ROMPEOLAS: En tiempo estelar, el cronista norteamericano John Reed escribía anunciando el nuevo mundo socialista que vendría, primero, en Rusia, y luego se extendería al resto del mundo… El escritor originario de Orizaba, Parménides García Saldaña, escribía para empeñar los cuentos en la cantina y le siguieran fiando para continuar libando… El argentino Julio Cortázar escribía para exorcizar los demonios que todos llevamos dentro…

ARRECIFES: Mucha, muchísima gente en Europa y en el mundo leyó, estimó y amó a Simone De Beauvoir… Incluso, más que a su pareja durante cincuenta años, Jean-Paul Sartre, y quien rechazara el Nobel de Literatura… Y con todo y que era aquel el tiempo duro y rudo del machismo universal (y que todavía, caray)… Además, De Beauvoir compitiendo en la literatura con otras lumbreras, quizá el más destacado, Albert Camus… Los tres (De Beauvoir, Sartre y Camus) amigos entrañables una temporada favorable y luego enemigos irreconciliables, entre otras cositas, primero, por la ideología, y segundo, por la escritura al servicio de una causa política…

ESCOLLERAS: Simone advertía que “se tarda mucho en escribir un libro”… Y, claro, se tarda más para lograr su publicación… Y más, para su aceptación… Y más, para llegar a una segunda, tercera edición… Y más, para que la editorial pague las regalías… Y a ver cuántos libros fueron vendidos… Julio Cortázar, por ejemplo, murió soñando con que las editoriales aumentaran más allá del diez y el quince por ciento el pago de las regalías… Con todo, hay escritores que venden unos cuantos ejemplares… Plinio Apuleyo Mendoza, el amigo de García Márquez, refería que cuando el Gabo se volvió exitoso con las regalías, pagaba todas las comidas y todas las borracheras y todos los periplos turísticos con los amigos…

PLAZOLETA: Atahualpa Yupanki solía decir que lo único importante era que el pueblo cantara sus canciones, aunque ignorara la autoría… Nada multiplicaba la dicha de John Reed de mirar a los campesinos amontonados debajo de un árbol y escuchando al profe del ranchito cuando les leía su libro “México Insurgente”… Pegajosas parte considerable de las mil ochocientas canciones compuestas por Juan Gabriel y que el pueblo cantaba con alegría, gozo y deleite… Ochocientas canciones compuso Agustín Lara y solían cantarse en los congales de la Ciudad de México hacia la segunda parte del siglo pasado… Y se sentía el compositor más honrado del mundo…

PALMERAS: “Escribo porque es lo único que aprendí” decía un escritor por ahí… Cada quien tiene sus razones de peso y con peso para teclear y jugar con las letras y las palabras y las frases y dar vida en sus narrativas… García Márquez, por ejemplo, envidiaba a sus paisanos componiendo vallenatas
porque nunca él mismo pudo escribir uno solo… Además, decía, porque en un vallenato y en las pocas palabras de la canción se contaban historias más interesantes que “Cien años de soledad”…


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