Más cuando uno al otro apostó a morir primero.
Y más cuando la relación cerebral y del corazón y del sexo alcanzó la plenitud en los días y las noches.
Tanta que, por ejemplo, por aquí fallece uno al ratito, luego luego, se lleva al otro.

DOS. El muerto jala al vivo

Muchos son los casos de una mujer, un hombre, ya fallecidos, que suelen aparecerse al otro en los días y noches.
Indicativo, cuando el sobreviviente siente que el corazón se le alborota y las neuronas y el sexo por alguna persona recién conocida en un evento casual.
Y cuando, de plano, inicia una relación amical que bien puede despertar el afecto y el cariño.
Pero de igual modo, animar y reanimar el deseo y la pasión y hasta convertirse en amor.
Ninguna ley escrita existe para asegurar con “veinte y las malas” que nunca, jamás, el deseo podrá animar y reanimarse por otra persona.
Incluso, así sean una persona de la séptima, octava década, más allá de la canción de Arjona, “Señora de las cuatro décadas”.

TRES. Viejos amores

En unas ocasiones, la nueva pareja en la vida de una persona viuda es un amor de la juventud. Incluso, de la adolescencia.
Los dos, viudos, caray, y de pronto, se encuentran por ahí y los dos se declaran viudos y se invitan un cafecito, un desayunito, una comidita, una cenita.
Y ni hablar, la fusión espiritual y corpórea suele concitarse.
Pero, al mismo tiempo, vaya paradoja, cuando uno y/o el otro están en el momento estelar como un fantasma aparece en la imaginación la persona fallecida.
Y todo se frustra.

CUATRO. Vivir con nostalgia

Un hombre en tales circunstancias confesó a un amigo estar enloqueciendo por una sencillísima razón:
Por más y más intentos por olvidar a la esposa muerta la seguía mirando y sintiendo en las horas del día y de la noche.
Y era como una especie de camisa de fuerza.
Y en tanto, el deseo y la pasión llamando de nuevo a su vida.
Caray, con todo y el visto bueno de los hijos, quienes ningún reproche mostraban al padre por soñar con vivir de nuevo las ilusiones intensas y volcánicas del corazón.

CINCO. Empezar de nuevo…

Son cosas y hechos patológicos que se dan.
Y ni modo, el muerto… muerto está.
Vaya, lo canta José Alfredo Jiménez en canción inmortal:
“Aunque sigas viviendo/ para mí ya estás muerta”.
Con mayor razón de peso y con peso cuando se trata de una muerte en verdad.
Entonces, solo resta una trepanación al sobreviviente de aquel matrimonio para reinventarse a sí mismo y comenzar de nuevo otra vivencia, otra aventura, otro desliz, como desee llamársele.

SEIS. Sin envidias ni rencores

La vida es así y siempre ha de mirarse para adelante en los nuevos días y noches.
Bastaría revisar a las personas amigas y vecinas, incluso, familiares, que llevan varios matrimonios.
Y varios hijos. Y logrando el milagro de la vida de que todos los hijos se lleven bien y se acepten entre sí. Y apoyen.
Pero, bueno, las personas atrapadas en el recuerdo y con nuevo sueño pasional ojalá pronto encontraran la paz interior para vivir a plenitud.
El viejito del barrio lo dice con tres palabras simples y sencillas: “Lo pasado… pasado”.