en el Frac. El Dorado en Boca del Río.
Y, bueno, lógico, normal, obvio, que el jefe del Poder Ejecutivo federal “tire su espada en prenda” por Nahle, de igual modo como cualquier presidente lo hace y aplica con su equipo legal y ampliado y con quienes han formado (y forman) parte de su gobierno.

DOS. SEGOB busca un traidor…

Con todo, es la palabra presidencial ante y/o frente al activismo social de Arturo Castagné Couturier, quien en los últimos días se ha ocupado de exhibir hasta las escrituras de la notaría pública.
Y aun cuando la secretaría General de Gobierno de Veracruz anunciara que buscarán al burócrata traidor que filtrara los documentos, caray, lo sustancial es el origen de los recursos familiares de Nahle para comprar el terreno y construir la mansión.
Ellos, por el contrario, han sostenido que únicamente la alquilan.
Con todo, caray, súper mansión de una política en un Veracruz con seis millones de habitantes en la miseria, la pobreza, la jodidez, el desempleo, el subempleo, los pichurrientos salarios de hambre, la incertidumbre, la zozobra, la inseguridad y la impunidad.

TRES. Echeverría… exonerado

Era de esperarse la defensa de AMLO de Nahle.
En 1968, cuando la matanza de estudiantes y habitantes en la Plaza de Tlatelolco en la Ciudad de México, candidato presidencial Luis Echeverría Álvarez, el presidente Gustavo Díaz Ordaz se declaró responsable de los hechos sucedidos.
Y Echeverría fue, digamos, y en automático, exonerado.

CUATRO. Honestidad “a prueba de bomba”

El presidente Benito Juárez García también defendió a su amigo Sebastián Lerdo de Tejeda, su ministro de Gobernación y presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, cuando los opositores declaraban que se había apoderado de sus neuronas, el corazón y el hígado.
Y lo llamaban un genio de la intriga palaciega.
Caray, en tanto su señora madre y su hermano menor demostraban las pruebas al presidente Francisco I. Madero de la traición de Victoriano Huerta, Madero nunca les creyó.
Vaya, hasta lo ascendió a general y lo lució ante los diplomáticos extranjeros en fiesta en Palacio Nacional como su general más honesto “a prueba de bomba”.

CINCO. Ni modo que AMLO se equivoque…

De entrada, si AMLO, el presidente, quedara callado por el caso Nahle, anexos y conexos, significaría aceptar que es cierto.
Por tanto, que él mismo se habría equivocado con su designación.
Y en el tiempo inmaculado y sacrosanto de “la purificación moral y la honestidad valiente”.
Por eso, incluso, y en repetidas ocasiones AMLO ha “tirado su espada en prenda” también por Cuitláhuac, de igual modo como de otros gobernadores de MORENA.
Bastaría referir el número de ocasiones ensalzando al exgobernador de Oaxaca, el priista Alejandro Murat, y al góber precioso del Movimiento Ciudadano en Nuevo León, Samuel García.

SEIS. ¡Ay, la Dictadura Perfecta!

Estamos, pues, y como ha sido reiterado, en una elección de Estado.
Todo el aparato gubernamental tanto de la Federación como del gobierno de Veracruz al servicio de Nahle.
El mismo ejercicio político electoral durante la llamada “Dictadura perfecta” cuando el PRI ganaba “de todas… todas” en las urnas.
Y si perdía en las urnas ganaba en los tribunales… al servicio de la tribu política gobernante en turno.
Casi casi, “una sopa del propio chocolate” de MORENA a los priistas y a los panistas y a los perredistas.