Más cuando ya se camina en la séptima y octava y hasta novena década.
Digamos, cuando la vida únicamente es otoño e invierno y los vientos son torrenciales y huracanados en contra de la persona.

DOS. Un viaje a Itaca

Famosa aquella preguntita cuando, por ejemplo, se desean saber los nombres de los diez libros que una persona se llevaría a una isla desierta.
Y los diez mejores discos. Y las diez mejores películas.
En todo caso, si a la isla se desearía llegar con una pareja para sentirse acompañado en los días y noches solitarios.
En todo caso, llevarse, por ejemplo, un perrito y/o un gatito al mejor estilo de cuando Noé, el bíblico, encaramó en su barco una especie de cada pareja de animalitos pensando en la sobrevivencia de las especies.

TRES. Volverse ermitaños

Y es que en muchos casos los seres humanos se vuelven como los elefantes.
Los elefantes, dice el jefe del zoológico, suelen apartarse de la manada cuando se sienten envejecidos y buscan en lo más recóndito de la montaña una cueva especial donde volverse ermitaños esperando la hora de la muerte.
Y viviendo solos. Sin pareja. Sin hijos.
Como si la misión en la tierra la hubieran cumplido a plenitud.
Famosos los casos de los anacoretas que también se refugiaban en cuevas en las regiones serranas para esperar la muerte.
Y al mismo tiempo, para “pensar en la inmortalidad del cangrejo”.

CUATRO. Trabajar desde casa

Insólito: luego del par de años del COVID una parte humana del mundo se volvió ermitaña.
Durante veinticuatro meses, aprox., se acostumbró a vivir encerrada en casa y cuando la pandemia se fue, ya nunca, jamás, desearon volver a la vida civilizada.
Es más, hubo quienes cabildearon la posibilidad de seguir trabajando desde su casita. Vía internet y las redes sociales.
La bíblica vocación solitaria se reprodujo como los conejitos en la naturaleza humana, y, bueno, mucha gente sigue ahí.

CINCO. Con un libro nunca se está solo

La familia (la esposa y los hijos) salieron a la plaza comercial de compras.
Y el padre quedó en casa. Y la madre dijo a los niños: “Su papá quedará solo”.
Y la niña de ocho años fue concreta y específica: “Mi padre nunca está solo. Siempre está con un libro”.
Y es que está probado que si un perrito es el más leal a una persona el mejor amigo de una mujer y un hombre es un libro.
En ningún momento, claro, un libro de autoayuda y superación personal (ajá), sino una buena novela, un mejor libro de cuentos y poemas, historias fascinantes contadas con gran sentido literario.
Igual, igualito, la mejor música. Y un filme cinematográfico de primera.

SEIS. La Santísima Trinidad

El trío de libros, música y películas forman la tríada para alcanzar la felicidad.
Y la felicidad entendida como horas intensas y volcánicas que se van empalmando en el recuerdo y la nostalgia pues está comprobado que la felicidad total y absoluta nunca, jamás, ha existido.
La dicha, ya se sabe, son momentos estelares y radiantes que se tienen en los días y los años para evocarse en las horas difíciles, rudas y duras.