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Malecón del paseo
Miércoles 28 febrero, 2024

La soledad en la vejez

**La más dura y ruda
**¡Qué difícil es vivir!

EMBARCADERO: Los científicos y el viejito del barrio han comprobado que “en el mundo hay mucha soledad”... Pero de todas, la soledad dura y ruda, estrujante, es cuando se ha llegado a la vejez... Peor aún, la vejez sin pareja... Y la vejez con hijos trabajando en otra latitud geográfica... Incluso, en el extranjero... Digamos, como aquel joven, hijo único, que internó a su señora madre, enferma de Alzheimer, en un hospital y se fue a vivir a Europa... Y únicamente está pendiente de ella a través del WhatsApp con la administración hospitalaria

Luis Velázquez

ROMPEOLAS: Hay quienes, claro, matan la soledad yendo al café en la mañana y en la tarde… Como aquel amigo cacareando siempre que “en las mañanas en nada trabaja y en las tardes descansa”… Pero, bueno, hay una soledad indicativa: aquellas mujeres y hombres que la combaten teniendo encendida la televisión en la mañana, al mediodía, en la tarde y en la noche y en las madrugadas de insomnio en ningún momento para mirar programas, sino para sentirse acompañada por voces y música escuchadas en la “caja chica”…

ARRECIFES: La tele prendida todo el día para tener compañía en casa… Y, claro, acaso por ahí un perrito, un gatito, como mascota, para tener con quien platicar… Y contarle las cosas y los hechos de las horas transcurridas… Se trata de un alto decibel de la soledad… Antes, mucho antes de salir corriendo de casa a deshoras y perderse por ahí en algún lugar…

ESCOLLERAS: En la novela “La caverna”, José Saramago cuenta la historia de una señora que todos los días, mañana y tarde, iba a la plaza comercial, se instalaba en una banquita para ver mirar a la gente, inventar historias de acuerdo con la cara de las personas, tomaba cafecito durante horas extendidas en un restaurante, se metía al cine y miraba a todos lados intentando buscar a una persona amiga o conocida en medio de la multitud anónima… Y de pronto, en el hilo narrativo, la señora confiesa que los días más felices de su vida han sido, son y serán en la plaza comercial…

PLAZOLETA: Ningún inventor, científico y chamán ha creado un antídoto contra la soledad… Más, si se considera que una es la soledad de adentro y otra la soledad de afuera… Y aun cuando una y otra se empalman, cada una tiene agentes causantes del estado de ánimo… Más, mucho más dura la soledad interior y que, claro, suele provenir de la soledad exterior… En todo caso, el destino de la vida está resumida en el título de sus dos películas mexicanas… Una, “Cuando los hijos se van”… Y otra, “Cuando los hijos regresan”… Si regresan, claro, pues en sí misma la vida es un riesgo… ¡Qué difícil es vivir! solía exclamar el Nobel de Literatura, Albert Camus…

PALMERAS: Historia impresionante la de las personas que creen curar la soledad con la tele prendida el santo día y la más santa noche… Incluso, cuando suele descubrirse que de pronto se está hablando solo… Y, bueno, cuando en casa hay una mascota, platicando con ella… Pero si la persona es alérgica al mundo animalista, entonces, la soledad se recrudece… Insólito que el escritor Ernest Hemingway tuviera en finca Vigía, en Cuba, un total de cincuenta gatitos… Y Carlos Monsiváis Aceves trece en su casa en la Ciudad de México… Por eso quizá el bíblico Noé trepó en el barco una pareja de cada especie animal para, digamos, variar la relación amical y con quien platicar en el viaje…


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