Y quedó y está y sigue arrepentida.
Escribe, por ejemplo, del presidente de la república, “una nueva versión del autoritarismo con fachada democrática”.
Recuerda, entonces, la gran lucha social del pasado inmediato para sacar al PRI de Los Pinos. Tiempo aquel (como hoy”) del “país de un solo hombre”.
El jefe del Poder Ejecutivo federal concentrando, como nunca, todo el poder político, social, económico y moral.
La vuelta al presidencialismo, pues.

LUNES
AMLO, parecido a Plutarco Elías Calles

Escribe Dresser: “Voté por él creyendo que se abocaría a establecer condiciones para crear riqueza y repartirla mejor” en una llamada “república amorosa y humanística” donde seis de cada diez mexicanos
(según datos del INEGI) están y viven en la miseria, el hambre, la jodidez, el desempleo, el subempleo, los salarios pichurrientos de hambre y la migración.
Pero en vez de parecerse “cada vez menos a Franklin Delano Roosevelt y cada vez más a Plutarco Elías Calles”.
Calles, el fundador del partido abuelito del PRI, Partido Nacional Revolucionario.
El feroz perseguidor de la iglesia católica, cerrando templos y organizando francachelas en las iglesias.
El asesino intelectual de los cien seguidores de José Vasconcelos Calderón, el filósofo, escritor y político candidato presidencial independiente ante el callista Pascual Ortiz Rubio.
El homicida intelectual con Álvaro Obregón de la emboscada y crimen de Pancho Villa.
El presidente que heredó a un hijo la gubernatura de Nuevo León y a otro lo impuso de diputado federal y Ministro sin cartera.
El presidente que impuso a cuatro sucesores y el último, Lázaro Cárdenas del Río, lo exilió a Los Angeles, harto de estar metiendo las manos y los pies en el cardenismo.

MARTES
Conejitos atrás de la zanahoria

El obradorismo cacarea como obra pública sexenal el aeropuerto Felipe Ángeles, el Tren Maya y la Refinería de Dos Bocas.
“Proyectos opacos y caros” les denomina Dresser.
“Un aeropuerto inviable. Un tren incosteable. Una refinería quebrada”.
Y en contraparte, los programas sociales con las bequitas mensuales de cinco mil pesos, aprox.
Es decir, dos mil quinientos pesos cada mes para los seniles, los ni-nis (chicos que no trabajan ni estudian), los campesinos sembrando árboles y las madres solteras.
Significativo: En un país con treinta millones de mexicanos en Estados Unidos como migrantes expuestos a la ferocidad de la policía migratoria de la nación vecina (además, claro, de las policías municipales y estatales y “los polleros” y la delincuencia organizada y común), y con tanto desempleo, resulta lógico y normal la angustia y la ansiedad con que cada dos meses los mexicanos cobran el dinerito.
“López Obrador ha dicho que ama a los pobres como mascotas: dependientes, domesticados, amaestrados”.
En todo caso, “carne de cañón” para votar en las urnas para mediados del año entrante con la elección presidencial, nueve gobernadores, quinientos diputados federales y 128 (ciento veintiocho) senadores.

MIÉRCOLES
“¡Fuera Dresser!”

El dos de octubre de 2022 (“Dos de octubre no se olvida”), tiempo obradorista, una marcha pacífica de ciudadanos terminó en el Zócalo de la Ciudad de México.
Ahí estaba Denise Dresser. Entonces, los Siervos de la Nación, anexos y conexos, arengaron a la politóloga y maestra y escritora.
“¡Fuera Dresser!” gritonearon.
“¡Tú no eres pueblo!” le dijeron.
De hecho, negando su legítimo derecho a expresarse, casi la linchan y obligaron a retirarse.
Y se retiró en nombre de la prudencia, la cordura y la mesura.
Entonces, la senadora de MORENA, Citlalli Hernández pasó la tarde tuiteando sobre la trayectoria de Dresser, falseando y alterando datos y hechos de otras manifestaciones donde Dresser participara.
Además, convencida de que “el Zócalo no le pertenece a López Obrador, como tampoco le pertenecía al PRI” en otro tiempo.
Aquel día la pluralidad política, social, moral y biológica y hasta religiosa que “toda democracia debe respaldar” quedó bajo evidencia en el sexenio obradorista.
Denise Dresser, entre otros hechos y circunstancias, satanizada y condenada por las tribus guinda y marrón por el único delito de disolución social de ejercer su libertad y con libertad.

JUEVES
El caso Ovalle

Ignacio Ovalle Fernández, director del Instituto Nacional Indigenista en el priismo, otorgó el primer cargo público a Andrés Manuel López Obrador y como su delegado en Tabasco, con sede en La Chontalpa.
Luego, también le abrió la puerta en el Instituto Nacional del Consumidor.
Después, cada uno siguió camino diferente. Ovalle, en el PRI, hasta el final de sus días venturosos.
AMLO, como líder de indígenas y campesinas marchando a la Ciudad de México en contra de Pemex. Incluso, prendiendo fuego a pozos petroleros.
Ahora, en el Palacio Nacional, creó dependencia pública exprofeso para Ovalle. Seguridad Alimentaria se llama.
Alí donde se consumiera un fraude insólito de 15 mil 300 (trescientos) millones de pesos detectados por la Auditoría Superior de la Federación.
Y cuando el asunto fue ventilado, primero, AMLO justificó que unos priistas lo habían estafado en los cargos conferidos.
Y segundo, lo removió de SEGALMEX a la secretaría de Gobernación en un cargo menor por ahí para encubrirlo.
Es la purificación moral y la honestidad valiente de la 4T.
Para los amigos, justicia y gracia rezaba Benito Juárez García. Y para los otros, justicia a secas.
“La impunidad otorgada a colaboradores cercanos también es corrupción”.
Más, porque Ovalle era el titular.

VIERNES
Minada credibilidad de AMLO

De acuerdo con la autora del libro “¿Qué sigue?”, hay en el obradorismo “una doble moral y un doble discurso”.
La corrupción, por ejemplo: “Las veinticinco casas y departamentos de Manuel Bartlett evaluadas en ochocientos millones de pesos. Los departamentos de Julio Scherer Ibarra y hasta en Estados Unidos. Las cuentas bancarias de Gertz Manero. La colección de carros de lujo de Olga Sánchez Cordero. La fortuna del senador Armando Guadiana. El estilo de vida de los hermanos López Beltrán”.
Todos ellos, “minando la credibilidad del presidente”.
Además, la compra de Fonatur de un terreno por mil 150 (ciento cincuenta) millones de pesos a Banco Azteca, de Ricardo Salinas Pliego, evaluado días antes en un 407 millones 783 mil pesos”.
Indicativo, por ejemplo, que en el año 2019, el primero del obradorismo, “surgieran 171 (ciento setenta y una) empresas y lograran 561 contratos por 366 millones de pesos con 92 dependencias gubernamentales”.
Peor, considerando que “siete de cada diez contratos fueron por adjudicación directa y sin convocatoria pública”.
Es decir, la expresión más alta del Dedazo. El Dedazo puro, al mejor estilo priista.