de vida de los indígenas chiapanecos.
Doce días duró aquella, digamos, guerra contra el Salinismo. Año fatídico cuando, además, asesinaran a Luis Donaldo Colosio, el candidato presidencial de Carlos Salinas, y a su excuñado, José Francisco Ruiz Massieu.
Y casi tres décadas después, la situación económica, social, educativa, de salud, seguridad pública, justicia y desarrollo humano de los indígenas sigue igual.

DOS. Aquella euforia social…

De hecho y derecho, “mucho ruido y pocas nueces”.
Las campanas de los soñadores, utopistas, sociólogos, intelectuales, historiadores, académicos, reporteros, alcanzaron la euforia en el palenque público porque Marcos fue considerado el mesías que llegaba para transformar, no Chiapas, ni tampoco las regiones indígenas de la nación, sino a la república.
Miles de seguidores y fanáticos de su capilla se internaron en la selva de Chiapas para un acercamiento con el subcomandante.
Vaya, hasta las bellas artistas Ofelia Medina y Ana Colchero se internaron en la selva para aclamar al enmascarado aquel.

TRES. Mesías fracasados

Ernesto El Che Guevara, el médico argentino que padecía asma, se convirtió en un héroe en Sierra Maestra al lado de los hermanos Fidel y Raúl Castro Ruz.
Luego, agarró camino al Congo para una nueva revolución y fracasó.
Después, a Bolivia y en donde de igual modo fracasó.
Incluso, atrapado por los soldados bolivianos le quitaron la vida.
Y su legítimo sueño quedó en utopía. La utopía social que únicamente existe en la mente encendida.
Fue, es, la misma historia de siempre.
Desde el subcomandante Marcos hasta Emiliano Zapata. Y desde el obispo Samuel Ruiz hasta Francisco I. Madero.

CUATRO. Pastoreo espiritual

Casi tres décadas después y quizá como curiosidad histórica habrá quienes se preguntan el destino social de Marcos.
¿En dónde estará? ¿Seguirá en las montañas de Chiapas? ¿Se habrá casado… con una indígena? ¿Cuántos hijos tendrá? ¿Qué harán los hijos? ¿Estudiarán en algún municipio de Chiapas, en la Ciudad de México, en el extranjero?
¿Estará bien de salud, vivirá, estará enfermo, qué enfermedades padecerá?
¿Seguirán los indígenas creyendo en su pastoreo social y espiritual?

CINCO. Debut y despedida

Fue momento estelar en la vida del sureste mexicano y de la nación.
Acaso, y como muchos intelectuales sintieron, una lucecita en el extenso, duro y rudo túnel del desencanto económico y social que cada presidente de la república y cada gobernador de Chiapas ha multiplicado.
Una esperanza social efímera. Nada trascendente para mejorar y enaltecer la vida de los inditos.
Nunca la efervescencia social de Marcos se extendió en el país.
Apenas, apenitas latió unos meses, años quizá, en las regiones étnicas de Chiapas.
Don Julio Scherer García entrevistando a Marcos en cadena nacional para Televisa.
La súper crónica de Vicente Leñero en algún lugar de la selva chiapaneca con Marcos.
El sociólogo Pablo González Casanova anunciando el nuevo mundo.

SEIS. ¡Comandante Che Guevara!

“Todos somos Marcos” gritoneaban los idealistas.
Flor de un día. La aurora social de Chiapas derrotada por el tiempo y el espacio. Y lo peor, hasta donde se sabe si bien se sabe, sin la mayor trascendencia.
La única verdad infalible de la Biblia: “Pobre naces. Pobre mueres. Pobre vives”.
¡Ay, comandante Che Guevara!, cantaba el caifán Óscar Chávez.
¡Ay, mi Marcos!, exclamaban Ofelia Medina y Ana Colchero.