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Malecón del paseo
Martes 22 septiembre, 2020

Epidemia de la tristeza

•Cero emoción social
•Entre COVID y recesión

EMBARCADERO: Los dí­as se han vuelto tristes, demasiado tristes... En cada nuevo amanecer cada persona puede buscar razones para tener y mantener la bilirrubina en su mejor decibel y por ningún lado se encuentra una emoción social... Desde luego, la pandemia... Pero también, y peor, la recesión... Incluso, existe una yuxtaposición entre parte y parte para determinar qué es peor... Si el coronavirus o el quiebre de negocios, comercios y empresas con el desempleo para cada vez mayor número

Luis Velázquez

de personas…Quizá lo peor es que desde el gobierno cacarean que ya estamos saliendo…

ROMPEOLAS: El desastre epidemiológico ha generado peor desastre… Es la epidemia de la tristeza, el desaliento, la frustración, el desencanto, el sufrimiento y el dolor… Mucho peor cuando de por medio se atraviesa un familiar secuestrado, desaparecido y asesinado como Heidi, la chica de 18 años ejecutada en Zozocolco, luego de que los padres fueron incapaces de pagar el rescate… O de la maestra asesinada en la ví­a pública en Amatlán… Dí­as duros y difí­ciles donde resulta humillante gritonear que hemos salido del bache…

ASTILLEROS: En la teorí­a del desarrollo humano se gritonea que todos los dí­as hemos de levantarnos con mucha emoción para tener un buen dí­a… Pero las horas pasan y de cualquier manera, resulta imposible levantar el ánimo… La tristeza permea pues la mayor parte de la población ha perdido la esperanza… Y aun cuando la esperanza es un atributo católico y apostólico significa resignación y confiar, creer, que un ser superior hará el milagro… Y por eso mismo, la esperanza es fatí­dica… De hecho y derecho, “una tomadura de pelo”… Ningún pueblo, tampoco ningún ser humano puede vivir los meses y los años confiando en la fe…

ESCOLLERAS: Los dí­as son adversos y el camino en cada nuevo amanecer está lleno de espinas, cardos y cruces… Y ninguna lucecita alumbra el fondo del túnel… Pero al mismo tiempo, ni modo de bajar la guardia, pues, digamos, si un familiar fue asesinado, otros parientes (más hijos, la pareja, los abuelos, etcétera) siguen vivos y por ellos ha de continuarse en la lucha diaria… ¡Pero qué duro!... Albert Camus, Premio Nobel de Literatura, le llamaba “el difí­cil arte de vivir”, aquel tiempo, 1940, de la Segunda Guerra Mundial con los locos de Adolf Hitler, José Stalin, Francisco Franco y Benito Mussolini…

PLAZOLETA: Los dí­as y noches se vuelven más opacos cuando, por ejemplo, está lloviendo… Dí­as enteros que hemos pasado con la lluvia pertinaz… Una mañana, al despertar a las 6 horas, Ernest Hemingway despertó y miró el cielo y las calles de la ciudad donde viví­a y estaba lloviendo… Entonces, se levantó de la cama y sin hacer ruido para que su esposa siguiera durmiendo se fue al sótano donde guardaba las armas, tomó una escopeta y se pegó un tiro en la boca… Era el 2 de junio de 1961 y tení­a 62 años de edad…

PALMERAS: El hombre, decí­a Hemingway, puede ser derrotado, pero nunca aniquilado… El mismo, Premio Nobel de Literatura, se derrotó a sí­ mismo con el suicidio… En “El viejo y el mar”, “Adiós a las armas” y “Por quién doblan las campanas”, los héroes de sus novelas son derrotados y aniquilados… Uno de ellos, pierde a su esposa y su hijo recién nacido en el quirófano… Otro, se suicida, y el otro, es derrotado por los tiburones en altamar… Los dí­as y noches que caminan son tristes y cuesta mucho, demasiado trabajo encontrar razones para empujar la carreta…


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