Nomás las Cruces Quedaron
•Gonzalo López Barradas/Novela (parte 17)
Esta década (1920 -1930) es una etapa brillante en la nación mexicana, recién salida de un conflicto bélico que ha cambiado la vida de los mexicanos y de los países vecinos: la Revolución acaba de entrar en la esperada transición de la lucha armada y las reformas tan prometidas...
por los contendientes y tan esperadas por la ciudadanía, comienzan aplicarse en varios estados de la República. La maquinaria encargada de llevar a cabo los cambios sociales, culturales e industriales que el pueblo necesita, está en marcha.
En 1926, ante el avance de la Reforma agraria de Plutarco Elías Calles, nace el contra movimiento agrarista sinaloense, creado por los latifundistas del estado del noroeste que pretenden oponerse a esta reforma así fuera por la fuerza de las armas. No existe fuerza armada alguna que vele por los intereses del pueblo en Sinaloa, que sigue siendo manejada por los ricos hacendados mezcaleros, cañeros y ganaderos de las villas sureñas. Los terratenientes contrataron y armaron a varios grupos de hombres para convertirlos en sus ajustadores que velarán por la seguridad de sus tierras ante la invasión de los campesinos en los latifundios que se sienten protegidos por la Reforma Agraria. De esta manera nacieron bandas armadas: “los Pineda“, “los López” y “los Dorados“.
La mayoría de ellas están compuestas por jóvenes pueblerinos, algunos son capataces de haciendas que los contratan y otros, simples campesinos ociosos armados con equipos exclusivos del Ejército Federal: rifles Mauser, carabinas Winchester 30-30, pistolas Remington y Colt; visten ropas típicas de rancheros, sombreros texanos, botas de cuero, camisas de paño o de lino, paliacates y franelas, ostentosos y descuidados. Les gusta hacer alarde de sus fechorías y presumen de sus abusos contra la ciudadanía. Todos los grupos son iguales, salvo uno de ellos distinguido siempre por la notoria violencia de sus actos y la extravagancia de su líder.
En esta época convulsiva apareció Rodolfo Valdez, mejor conocido como “el gitano“, un tipo alto, corpulento y tosco, de mente fría, temperamento de niño de diez años. Berrinchudo y caprichoso, enérgico y explosivo, siempre dispuesto para la violencia y el despilfarro; no lo piensa dos veces a la hora de asesinar, ha dado muerte, a amigos suyos y parientes y tiene la costumbre de disparar balas con su firma impresa en ellas. De 24 años, vecino de Aguascalientes de Gárate, en el municipio de Concordia, liderea una banda armada y organizada, financiada por varios terratenientes concordienses, cosaltecos y mazatlecos. Usa pantalones de vaquero, botas altas, camisas holgadas y desabotonadas, sombrero vaquero y gafas para el sol; su cara poblada por un denso bigote oscuro, como su crespo y crecido cabello, y un paliacate sobre su cabeza o encima del hombro con el que se limpia el sudor y el polvo. Le dicen “el Gitano” por su postura desfachada y los colgajos que acumula en su cuello y sus mangas, adquiridos de los indígenas tepehuanos y huicholes del sur de Sinaloa.
En 1930, la revuelta anti agrarista recrudeció el conflicto civil tornando el sur del estado de Sonora en una zona altamente violenta. Los agraristas han comenzado a armarse contra las Guardias Blancas al no poder contar con el apoyo del gobierno ya que la política en la entidad, va contra lo designado por el mandatario del país, Pascual Ortiz Rubio. En esas fechas comenzó a sentirse todo el enorme peso del cardenismo, corriente encabezada por el general Lázaro Cárdenas del Río, hombre más que dispuesto a hacer cumplir las promesas con que los militares habían arrastrado a la guerra a toda la desarrapada muchedumbre que necesita de tierras. Sin embargo, con sólo terminar el conflicto, el general íngel Flores, gobernador del estado, resolvió darle la espalda a la Reforma agraria, para ir contra los intereses del cardenismo y apoyar a los terratenientes sinaloenses en su afán por defender la propiedad privada. Lázaro Cárdenas, como Secretario de Gobernación, exigió a íngel Flores la designación de autoridades competentes para combatir a las ingobernables Guardias Blancas, y al no poder poner el freno, los agraristas vieron en la figura de Ramón Lizárraga “el Borrego“, a un cabecilla que tiene lo suficiente para hacerles frente a los gatilleros de los Hacendados. En septiembre, mismo año, el Gitano ejecutó, en Mazatlán, a José Esparza y al “Borrego”.
Rodolfo Valdez, sigue su vida de asesino y se enroló con gente del general Lázaro Cárdenas quien, enterado de sus actividades, ordenó que fuera llevado a la ciudad de México y recluido con el ministro de guerra dándole el grado de capitán y quedando al mando del general Pablo Quiroga, comisionado en asuntos especiales. El gitano, siente el cambio de su nueva vida citadina. Usa otro tipo de ropa, viste adecuadamente para cada comisión, siempre al lado de su jefe, el general Quiroga…
La secretaria particular de Manlio, Francisca (Paquita) Acosta recibió en la oficina del gobernador electo en la calle 5 de mayo en la ciudad de México, una extraña carta enviada desde Almolonga, Veracruz con fecha 17 de mayo de 1936:
“Sr. Lic. y Dip. Manlio Fabio Altamirano.
México, D. F.
“Señor licenciado: el objeto de estas cortas líneas es para saludarlo con el respeto y cariño que siempre le he guardado, y al mismo tiempo decirle lo siguiente: yo le debo a usted, señor licenciado, mil favores y gratitud eterna; y estas circunstancias me obligan a ponerlo al tanto ya que lo hice con anterioridad en carta fechada en diciembre del año próximo pasado. Mi esposo íngel Wendeston (Wentherston) trabaja en esta hacienda, que es del señor Manuel Parra, individuo sin escrúpulos y
enemigo de su candidatura, por cuyo motivo no hemos podido hacer propaganda a su favor, pues se muestra enemigo de usted y partidario del diputado Muñoz.
“íngel trabaja como ayudante del camión que diariamente sale de ésta a Jalapa y viceversa; y hoy por mera casualidad supe que mañana salen para México con el fin de asesinarlo a usted, habiéndoles dado a dos individuos $500.00; como decía a usted antes, según pláticas del vecindario, no tienen escrúpulos en quitar la vida a quien consideran enemigos, he considerado como deber mío darle aviso, pues pudiera darse el caso que el rumor sea cierto, quizás despechado de su derrota.
“Ruégole señor licenciado, no se olvide con la ayuda que para mi esposo y mi hijo hice a usted en mi carta, la que creo su secretaria le habrá dado cuenta. Ya que por nuestras necesidades nos encontramos en las garras de estos asesinos, que con su triunfo presienten su ruina. Ruégole tome sus precauciones por si esto fuera cierto, y ojalá que estuviéramos en condiciones de hacer gastos, mi esposo seguiría los pasos a estos individuos quien creemos sean operarios de la hacienda e identificarlos para esclarecer el crimen que tratan de consumar quitándole la vida”.
Hermila Herrera de L.
Contestar a lista de correos a íngel Wendeston, Jalapa, Ver.
También recibió varios telegramas de personas que aprecian a Manlio Fabio, cuyo contenido expresan la preocupación por los constantes rumores que corren en el sentido de que hay indicios de que lo quieren asesinar.
21 de junio, el licenciado tuxpeño, César Garizurieta fue a la oficina del gobernador electo para saludarlo. Llegó Manlio, apresurado y con el rostro pálido, estaba muy nervioso y con los ojos inyectados. Le preguntó qué le pasaba. Le respondió que había tenido una fuerte discusión con el diputado Joaquín Muñoz quien estuvo a punto de matarlo en la entrada de la oficina del partido. Le comentó además que en Tuxpan había tratado a Carlos Fano y a Mario Platón Zumaya quienes le dijeron que lo mejor que podía hacer era “volar” porque junto con otros, estaba sentenciado a morir por los pandilleros de la ”˜mano negra”™.
Días antes de las votaciones, los veracruzanos dan su apoyo a Manlio. Esta situación ha puesto muy nerviosos a los contrincantes políticos. Buscan de todas formas derrotarlo, inclusive el propio gobierno del estado.
El jefe del Timbre en Vega de Alatorre, Antonio Rodríguez, salió presuroso, muy temprano rumbo a Jalapa para ver al gobernador Rebolledo y pedirle orientación sobre la política que debería seguir en esa región costera porque el secretario particular del mandatario, Lic. Salcedo le mandó un recado, a través del diputado local Ricardo Hernández, en el cual se le ordenaba que debería apoyar la candidatura al gobierno del estado del licenciado Amado Trejo y la planilla que encabeza el diputado Muñoz.
“Señor gobernador, considero que esto es un acto de indisciplina hacia el PNR”.
“Claro que no, despreocúpese. No tenga cuidado, que a Manlio Fabio no le queda mucho de vida, porque al llegar a jalapa lo matarán los pistoleros de Almolonga”.
Todos saben que el nuevo gobernador electo está sentenciado, inclusive varias denuncias las ha recibió el presidente Lázaro Cárdenas y varios de sus ministros. En éstas se acusan a Vázquez Vela, al gobernador Rebolledo, a Manuel Parra, al general Quiroga. Entre los mensajes por cartas y publicados en el periódico El Universal, se le dice al presidente Cárdenas que Altamirano es un político limpio, honesto, valiente, revolucionario y no demagogo, que por eso lo quieren asesinar.
En Almolonga, todos saben que al licenciado Manlio lo quieren asesinar. Manuel Caraza, a quien Parra usa como chofer personal, contó a varios amigos que en tres ocasiones ha llevado a la ciudad de México a Cornejo (Rafael) y a un tal Lobillo para intentar darle muerte al gobernador electo y para conocer la ciudad. Que ahí se vieron con un tal gitano para que les enseñara el restaurante Tacuba y la oficina de Manlio en la calle 5 de mayo. Que, por cierto, intentaron asesinarlo pero el licenciado no llegó ese día y mejor los regresó. Días después, Fabián Orgueira, "el sacristán", de oficio chofer de alquiler, llevó a Rafael Cornejo al hotel México, que está enfrente del Palacio de Gobierno, en Jalapa y lo dejó en la puerta de entrada. Vestía un saco color azul y cargaba una pistola. Éste, fue en busca del candidato a senador, Manuel Olmos Ruiz, para ponerse a sus órdenes y que le informara sobre la presencia de Manlio, que lo había mandado su patrón Parra. Pero Olmos nunca llegó y Rafael le preguntó “al Pirrín”, ayudante de Olmos, si sabía en qué cuarto estaba Manlio. Pero no supo informar. El intento de matar a Manlio Falló porque cambió su agenda de campaña.
Son las 9 de la mañana. Comienzan las actividades en el ingenio. Llegan al portón principal, de donde salen y entran los camiones y carretones llenos de caña, Rafael Cornejo y Gildardo Lobillo. Los citó Candelario a esa hora porque el patrón quería hablar con ellos con urgencia. No esperaron mucho en la oficina, pues de pronto apareció Parra y de sopetón les dijo: “tengo un trabajo para ustedes en el puerto de Veracruz”. Les explicó cada detalle e hizo el compromiso de darles, mil pesos a cada uno si las cosas salían bien. De inmediato entregó 300 pesos para su viaje y un revólver marca colt calibre 38 a Rafael y una pistola marca Llama, del mismo calibre a Gildardo. “A ver si ahora no me fallan”, les dijo. Subieron a una camioneta que los trasladó a Veracruz, tomando el rumbo por Actopan para salir a la Bocana.
Manuel Olmos, líder de la Liga Agraria, tiene una fuerte amistad con Manuel Parra y le había informado que ahora sí Manlio tendría una reunión en el Puerto, en el teatro. Rafael y Gildardo llevan instrucciones de liquidarlo a la salida del acto. Se apostaron, uno en cada lado de la salida principal, Salió Manlio, acompañado con muchos simpatizantes, los pistoleros sacaron sus armas pero el capitán Ernesto Cuéllar que lo cuidaba se dio cuenta del movimiento y empujó a Manlio quien cayó al piso. Los matones salieron corriendo entre la multitud que se dio cuenta del atentado, y se perdieron por la calle 5 de mayo hasta llegar a la camioneta que los esperaba y huyeron.
Parra se concretó a decir “pendejos” y se regresaron a Plan de las Hayas. El periódico El Dictamen escribió sobre el fallido atentado y en su información varios testigos dijeron que eran pistoleros de la "Mano Negra" de Almolonga.