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8 Columnas
Lunes 13 enero, 2020

Un sexenio es insuficiente para exterminar el narcotráfico y la corrupción


Por Reynaldo Escobar

Galardonada hace casi 20 años con el Premio Nacional de Periodismo, reconocida por su dedicación a la investigación de los cárteles de la droga en México y premiada por diversas organizaciones...

de periodistas de América Latina y el Caribe, la agencia EFE de San Diego, California y la Asociación Mundial de Periódicos y Editores; la doctora Anabel Hernández, ha publicado un interesante trabajo que nos permite conocer el Diario Secreto del hijo del “Mayo” Zambada, en un libro titulado con el sugestivo nombre de “El Traidor”.
Solo como referencia para mis lectores y las autoridades de la Cuarta Transformación, encargadas de combatir el tráfico de drogas, cabe señalar el relato contenido en el capí­tulo V (p. 71) denominado “Contacto en Los Pinos”, donde afirma el hijo de Ismael Zambada Garcí­a el compadrazgo de su padre con algún General del ejército y con Joaquí­n Guzmán Loera “El Chapo”, quien durante la primera década del año 2000 estuvo asociado con Juan Jose Esparragoza “El Azul”, Arturo Beltrán Leyva e Ignacio “Nacho” Coronel, padre de Emma Coronel, esposa del Chapo Guzmán Loera.
El poder polí­tico al más alto nivel, desde la casa presidencial de Los Pinos, poder del que todo mundo hablaba, pero que a nadie le constaba. Así­ como de la corrupción que lideraba el “Vicentillo”, como es conocido Zambada Niebla en los Estados Unidos; todo gracias al respaldo de su padre.
Pues resulta que el Vicentillo por ser el más amado y el hijo predilecto del Mayo Zambada, gozaba de una relación filial con su padre, a tal grado que vivió de cerca tragedias, crí­menes, muertes de familiares y personas allegadas, pero también supo disfrutar de la venganza y la traición. El parecido fí­sico del Mayo o Vicentillo Zambada Niebla, con su padre el verdadero Mayo, Ismael Zambada Garcí­a es extraordinario y su mirada a través de los ojos oscuros y feroces con los demás rasgos de su cara, no niegan la cruz de su parroquia.
El Vicentillo acepta que en 1998, ante el temor de ser acribillado por orden de los hermanos Arellano Félix, tuvo que abandonar el paí­s y refugiarse en Estados Unidos, Canadá, España y Brasil, hasta que un abogado de su familia le concertó una cita en Los Pinos con un general que paró la persecución y le facilitó un salvoconducto del que a la fecha disfruta.
Gracias a la periodista Anabel Hernández por compartir con sus lectores los increí­bles y horrendos secretos del narcotráfico en México.


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