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Miércoles 16 octubre, 2019

El héroe olvidado

•El lector de periódicos
•El lector de esquelas

UNO. El lector de esquelas

Con todo y las noticias por Internet, redes sociales, whatsapp y periódicos digitales, existe un héroe olvidado como es el lector cotidiano de periódicos.
Es aquel que, por ejemplo, todos los dí­as sigue comprando uno o dos

Luis Velázquez

diarios para mancharse las manos de tinta y leer y releer, incluso, hasta con un lapicero en las manos para subrayar cosas de su interés.
Son los lectores fieles que, además, suelen levantarse temprano para comprar el diario en el crucero de la esquina, o en todo caso, hasta en el mostrador del periódico en el departamento de circulación.
Son los lectores fieles “a prueba de bomba”. Y en medio de todos ellos hay unos que despiertan el más absoluto respeto y admiración, porque solo compran el periódico, que revisan en todas las secciones, para leer las esquelas del dí­a.
En ningún momento leen las esquelas, digamos, en un acto de necrofilia periodí­stica, sino las leen porque simple y llanamente desean saber si algún amigo, un compañero, un vecino, un conocido, de su misma edad, ya se les adelantó en el viaje al más allá y ellos, para su felicidad, todaví­a siguen vivos y más aún, leyendo sus esquelas.

DOS. Obsesionados con la muerte
El dueño de un estanquillo en la avenida dice que un par de abuelitos les pagan por adelantado la compra semanal de cuatro periódicos, dos locales y dos de Xalapa, para seguir la pista a las esquelas, y lo que, vaya paradoja de la vida, los hace felices.
Incluso, por aquí­ les entregan los periódicos se van al café más cercano a tomarse un cafecito con canilla en tanto revisan las páginas leyendo las esquelas.
Es más: según las versiones, para nada les interesan las conferencias mañaneras del presidente de la república ni los tuitazos de Donald Trump ni la huelga de los taxistas en la Ciudad de México ni el aborto despenalizado en Oaxaca ni el pleito por el nuevo liderazgo nacional en MORENA.
Ellos leen las esquelas en la edición de cada dí­a y luego, tan quitados de la pena, tiran el periódico en el cesto de la basura.
Entonces, viven obsesionados con las esquelas. Y más, porque cuando en algunas ocasiones leen la esquela de un conocido, pasan la mañana recordando los tiempos idos con el difuntito.
Y si es posible, y pueden y están en condiciones de salud, se trasladan a la funeraria donde velan al conocido muerto.

TRES. Cada anciano trae su botiquí­n
Se ignora si algún dí­a (y lo que mucho se duda) la prensa escrita desaparezca y los lectores de esquelas sufran la peor angustia de sus vidas pues quedarán sin una valiosa fuente de información.
Y más, porque con todo y el desarrollo tecnológico del Internet, en ningún periódico digital, tampoco en las redes sociales y los whatsapp, publican esquelas.
Quizá para entonces, los ancianos que compran el diario para leer esquelas hayan desaparecido.
Pero mientras, el par de amigos siguen adquiriendo sus diarios con tal fin.
Uno de ellos tiene 70 años y el otro, 73 años. Los dos andan con graves achaques de salud. En una semana tienen más dí­as malos que buenos y toman pastillitas para aligerar la enfermedad en el desayuno, la comida y la cena. Incluso, se pitorrean diciendo que cada uno tiene su botiquí­n, su botica personal.
Y por eso mismo, su felicidad está en leer las esquelas buscando, sobre todo, a un conocido. Y lo que, de plano, constituye un gran triunfo de vida para los dos.
La vida es así­…


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