cargando

En twitter:

A Mil por Hora
Viernes 10 junio, 2016

Secuestrado y desaparecido por elementos policí­acos de Arturo Bermúdez

Hugo Murrieta, de 22 años, era taxista en Coatepec, y su patrón contrató a policí­as para el plagio
•La madre vende chiles rellenos en las tortillerí­as del pueblo
•Sufre de diabetes y reuma
•Parece que "a mi hijo se lo tragó la tierra”
•“La gente mala se ensañó contra los taxistas"
•Policí­as al servicio de malandros, la historia de nunca acabar en el Veracruz de Javier Duarte


XALAPA, VERACRUZ.- Marí­a del Carmen Sánchez es una mujer de 56 años, como pocas a su edad, se concentra viendo jóvenes haciendo acrobacias sobre patinetas.

Miguel íngel León Carmona/Fotos de Yerania Rolón

  • Madre de Hugo Murrieta

Y si al mirarlos se lleva la foto de su hijo al pecho es porque recuerda que fue su pasatiempos hasta antes de desaparecer. Antes que su jefe, según testigos, contratara a policí­as para el plagio.

Con base en la carpeta de investigación 288/2013/COA/04, ante la Procuradurí­a General de la República (PGR), Hugo Murrieta Sánchez, de 22 años, fue ví­ctima de desaparición forzada la tarde del 16 de abril de 2013, en Coatepec, Veracruz; haciendo lo de siempre: manejando su taxi número 505, sacando lo de la cuenta y un extra para llevar a doña Carmen a alguna fonda del pueblo.

La madre, dedicada a la venta de chiles rellenos en las tortillerí­as coatepecanas, apenas distribuye sus ganancias atendiendo su diabetes y la reuma. Asegura que no ha dejado de buscar al menor de su descendencia, pero comparte: “Parece que se lo tragó la tierra. Quisiera salir a diario a buscarlo, pero ni hay dinero”.

A la fecha, la mujer de manos verdes por el pigmento de 200 chiles que capea diariamente, adeuda 60 mil pesos en cajas de préstamo. No sólo perdió a su único compañero, se fue con él su apoyo económico. Así­ sobrevive la mujer de la tercera edad, con medicamentos controlados y visitas al psiquiatra.

“La vida me cambió por completo. Siempre trabajé para mis hijos, procuraba vestirlo y calzarlo. No me acostumbro a vivir sin él. Lo peor es que con todo lo que me ha tocado conocer, en el Colectivo Por La Paz Xalapa, dudo recuperarlo con vida. No sé hasta cuándo dejaré de extrañarlo. Yo creo que nunca” comparte mientras talla el rostro de su desaparecido detrás de una mica de plástico con la frase de “¿Lo has visto?”.

“Quisiera que para el siguiente gobierno, ahora que cambió, despidan a Arturo Bermúdez Zurita y además limpien a su policí­a; a los estatales y a los de la Fuerza Civil; son los mismos, pero disfrazados de distintos colores. Nunca les perdonaré el haber secuestrado a mi Hugo” advierte la madre a dos cuadras del campamento de la Secretarí­a de Seguridad del Estado.

“LA RUTA DEL NUNCA JAMíS”

Hugo Murrieta Sánchez, “El Billy”, como le apodaban los skater”™s o patinadores en el parque de los Berros en Xalapa, Veracruz. Salió en punto de las seis de la mañana de su hogar. Encendió el motor de su Tsuru, placas 1953XCV y despidió a su madre desde el retrovisor.

Nadie se imaginó que él serí­a el siguiente en la barredora que estaban haciendo con los taxistas de Coatepec. “Por esos tiempos la gente mala se ensañó contra los taxistas. A algunos los levantaban y aparecí­an sobre carretera mal heridos, pero aparecí­an. Pero mi hijo corrió con mala suerte, ni él ni el vehí­culo han aparecido”, comenta doña Carmen, amagando el llanto.

Todaví­a se vieron por última ocasión a las siete y media del dí­a. Hugo recogió a su madre con las charolas de chiles rellenos de picadillo y queso y terminó con sus encargos. La devolvió a casa y se dijeron adiós con un beso en la mejilla.

Madre e hijo acordaron reunirse para comer, luego de que Hugo hiciera el relevo del taxi, a las 16 horas. Doña Carmen se preparó, cocinó bistec de pollo apanado y comenzó la espera. La angustia llegarí­a segundos después, con una llamada telefónica.

¿Ya regresó Hugo?, preguntó un familiar de doña Carmen. “Háblele porque vi que tres patrullas de la estatal se lo llevaron con todo y coche”. La madre tecleó el número, pero el buzón de voz ya era su respuesta.
“Traté de relajarme, aún consiente que las cosas estaban peligrosas por esos dí­as. Luego llegó mi hija, espantada, y me dio la estocada final. A mi hijo se lo habí­an llevado encapuchados abordo de patrullas de estatales”.

Al menos tres familiares tomaron un taxi y se dirigieron a Xalapa, a la agencia del ministerio público, donde por ley, deben de ir a parar los detenidos. ”Ay, señora aquí­ no tenemos al muchacho. Siempre vienen a llorar y no saben que afuera sus hijos son unos delincuentes”.

La mujer, recogió sus lágrimas e indignada se retiró del sitio. Buscó en los sitios más recónditos de la ciudad. En la pista de patinaje, pero “El Billy tampoco hací­a trucos esa noche trágica.

Inconsolable, ordenó al taxi que regresara a Coatepec a buscar cuerpos inflamados de golpes o perforados del cráneo sobre la carretera. Pero no hubo nada. Fue que en el trayecto de regreso, un taxista les hizo la parada con las luces.

“Señora, acabo de ver el taxi de Hugo, lo tienen tres camionetas de estatales, estacionado junto a una gasolinera en Pacho Viejo. Un grito pidió que el acelerador se pisara con fuerza para llegar a rescatarlo, pero fue tarde.

Los familiares llegaron al sitio señalado por el ruletero, donde ya no habí­a vehí­culos ni señales de vida. Ante el rostro desencajado de doña Carmen, una señorita se acercó y soltó el testimonio:

“Estuvieron aquí­ estacionados. A su muchacho lo tratan golpeado. Se lo llevaron rumbo a Xalapa. Van en dirección contraria” comentó la mujer sin verlos a la cara, sin quitar la mirada al tanque de gasolina. Sin levantar sospechas a los alrededores.

Nada se logró averiguar aquel martes 16 de abril. Hubo noticias 360 dí­as después. Hasta entonces la madre recibió el registro de la sábana de llamadas. La ubicación satelital dictó que el último punto del joven fue en El lencero de Xalapa.

Una trabajadora de la gasolinera confirmó el relato del taxista: estuvieron estacionados los cuatro vehí­culos y luego siguieron con rumbo a Xalapa. Sin embargo, la madre recorrió de nuevo la ciudad sin encontrar a Billy, como lo llaman sus amigos de la cuadra.

A la fecha, luego de tres años de agoní­a, como describe a la espera doña Carmen, no ha logrado entrar al Lencero a buscarlo entre los reos. Si acaso le mostraron un catálogo de convictos. “Yo no creo que esté ahí­. He buscado informantes dentro de los penales y no me dan señas de que lo tengan. A veces pienso que ya no volverá conmigo”.

La señora Carmen Sánchez, desde entonces, busca junto al colectivo Por La Paz Xalapa, las señas de su muchacho, quien desapareció con una playera azul marino, pantalón de mezclilla y unos tenis blancos de la marca DC, los de moda para los skater”™s.

POLICíAS AL SERVICIO DE MALANDROS

Meses después, un familiar de desaparecido, llegó pálido a la casa de doña Carmen, recién habí­a salido de la cantina, minutos atrás habí­a comenzado una riña con el matón de Coatepec, quien servido de licor soltó una la bestial amenaza:

“Mi sobrino se hizo de palabras con ese tipo, quien prefiero guardar su identidad por miedo a que me meten, le dijo que con él nadie se metí­a y que si le seguí­a buscando, también iba a pagar a los policí­as para que lo levantaran”.

Más tarde el de las amenazas, morirí­a baleado en el interior de su comercio. Llevándose con su muerte, una posible declaración que ayudarí­a con el paradero del joven de 22 años.

Se trata de un muchacho que no tomaba, ni fumaba, “no es que idealice a Hugo como el mejor de los hijos, pero somos de la religión La Luz del Mundo, y no comulgamos con tales vicios. Mi hijo tuvo la mala suerte de emplearse como taxista, el oficio marcado con la muerte en Coatepec, Veracruz.

Un joven que gustaba de ejercitarse, que al gusto por la patineta, le agregaba su don para dibujar y hasta para jugar al futbol. Los amigos de la cuadra lo recuerdan como un chavo tranquilo, que tení­a pegue con las chamacas de la cuadra. Su mamá no deja de verlo a la ficha de desparecido y desprende: ¿Apoco no era guapo mi hijo, o bueno a poco no es?… La verdad ya no sé si es o fue.

Es todo lo que relata al micrófono la mujer de sonrisa extinguida. Se levanta del banco y renquea de a poco hacia el parque donde su hijo pasó tanto tiempo. Hace meses no salí­a de su habitación con olor a chiles rellenos. Hace tiempo que recordaba a su hijo con vida.


Deja un comentario

Acerca del blog

Blog de noticias desde Veracruz.
Aquí, deseamos contar la historia de cada día.
Y cada día es un nuevo comienzo.
Y todos los días se empieza de cero...

Portal de noticias de Veracruz.