Otra desaparición forzada
•Taxista levantado en Papantla cuando de pronto unos "halcones" treparon a su coche y policías se llevaron a todos
•Pedro García es egresado de la Universidad Veracruzana y ante el desempleo se metió de taxista y fue secuestrado
•"Los policías estatales quieren etiquetar a su hijo de delincuente". Otro caso de impunidad en el infierno jarocho
•Padre de una niña de 5 años, amante de la familia y el fútbol, es recordado ahora con unas veladoras en su casa
Miguel íngel León Carmona/Papantla, Veracruz
El turno como taxista de Pedro García Hernández estaba por terminar, su esposa y su hija de 5 años ya lo esperaban en un balneario público de la ciudad, pasarían la tarde juntos. Sin embargo, Pedro aceptó una última corrida, se aferró a unas monedas extras, ignorando que sus pasajeros eran halcones y que policías estatales y de la Fuerza Civil mudarían a todos a la tierra de los desaparecidos.
La historia de otro levantado en Papantla, Veracruz, egresado de la Universidad Veracruzana, quien a falta de empleo decidió seguir los pasos de su padre y ganarse la vida como ruletero; 200 pesos eran suficientes para arrendar un cuarto, sacar adelante a su familia e incluso beber una cerveza cada fin de semana, viendo jugar fútbol al amor de sus amores: Las íguilas del América.
Una presunta desaparición forzada, de modus operandi similar al caso de los cinco jóvenes de Playa Vicente; el sol también iluminaba la carretera federal, había testigos cargando combustible en una gasolinera, donde el levantón se llevó a cabo. Ahí también hubo cámaras de vigilancia. No obstante, el contenido hasta la fecha sigue siendo un misterio.
Don Nemesio García, no tiene problemas en decir que, luego de seguir el caso Tierra Blanca en las noticias, quizá a él le faltó determinación para entrar con los policías ministeriales a la sala de grabaciones y exigir una copia del contenido.
Han pasado ocho meses desde que el rastro de su hijo y el carro número 897 se desconocen. En el ministerio público de Papantla, Veracruz, ahora advierten a los familiares que no hay cintas grabadas, es más, que nunca existieron. “Eso no puede ser. Nos quieren agarrar de tontos”, advierte el padre, mientras se toma la nuca a dos manos y eleva la vista al cielo.
Una noche de diciembre, la dueña de la unidad de transporte público, quien fue jefa del desaparecido, visitó a los padres. Decidió entonces solidarizarse con la pena y avisó: “Vengo del ministerio público de reportar mi carro como extraviado, pero ahí esos cabrones me dijeron que declarara que se trató de un robo y que el responsable es su hijo, Pedro”.
“Desde ese día dejamos de confiar en las autoridades, quedamos sólo en esta chingadera. Solo le pedimos a Dios que ablande el corazón de las personas que tienen a Pedrito y lo regresen. Y si ya está muerto que nos digan a donde lo fueron a enterrar. Tenemos derecho a llevarle flores y encenderle una veladora”, comparte don Nemesio García Méndez.
Papantla, Veracruz, una ciudad plagada de malosos, de cartuchos y automóviles quemados, cabezas que amanecen sobre las banquetas con las arterias expuestas. Un sitio donde los activistas sociales se extinguieron, donde no hay colectivos de desaparecidos y las víctimas lloran en soledad.
Los lugareños, parafraseando a José Saramago, premio Nobel de Literatura en 1998, esperan que sus tierras vomiten sus muertos, y los vivos sean conscientes de una lacerante realidad.
“Por acá han levantado a muchísimos jóvenes, no solo es mi hijo, al menos 100 están desaparecidos, eso se lo puedo asegurar sin miedo a equivocarme. El problema es que la gente tiene miedo y no denuncia sus casos. Somos pocos los que decidimos jugarnos la vida y hacer público nuestro sufrimiento”, comparte el hombre mientras atranca su puerta con llave y evita que los sonidos se filtren.
“A SU HIJO SE LO LLEVARON POLICíAS ESTATALES Y DE LA FUERZA CIVIL”
Con base en el expediente número 6-284-2015, Pedro García Hernández, alias “El vampiro”, circulaba su taxi por las calles de Papantla, Veracruz, como era habitual. Se reportó con su esposa vía mensaje de texto y avisó que su jornada había sido productiva, que incluso alcanzaba para un chapuzón en las albercas del pueblo. Sin embargo el hombre nunca llegó a la cita.
Pedro avisó que unos sujetos le habían hecho la parada, que el destino estaba a 25 minutos, es decir 60 pesos de ganancia que no podía dejar pasar. “Adelántense, ahorita los alcanzo”. Así que su cónyuge alistó los trajes del baño y el almuerzo que compartirían los tres.
La orden de los pasajeros hacia Pedro García fue que avanzara por toda la carrera Totomoxtle-Papantla, con rumbo a Tihuatlán, Veracruz, hasta un sitio llamado El Toro Negro. Fue la última seña geográfica que recibió su esposa.
Las horas pasaron, el balneario cerró sus puertas y la angustia se desató al ver que Pedro García no había regresado a casa ni contestaba las llamadas telefónicas. Además, su relevo de taxi ya lo rastreaba para comenzar su jornada de ocho horas.
Los familiares se preocuparon ante lo sucedido, estaba sucediendo algo extraño. Así que siguieron la ruta que el hombre había dictado por mensajes de texto. Llegaron hasta El Toro Negro y ahí todavía se escuchaban los murmullos de la gente sobre un múltiple levantón.
“Policías estatales y de la Fuerza Civil se llevaron a un taxista con todo y sus pasajeros, les abrieron la cajuela y encontraron bolsitas con cocaína y a todos señalaron como halcones, un policía se subió al taxi y se perdieron entre los caminos federales”.
Las personas que presenciaron los hechos accedieron a rendir la declaración en el M.P. de Papantla, mismos que advirtieron al padre de Pedro García que la verdad había quedado registrada en las cámaras de seguridad de la gasolinera donde se habían suscitado los hechos. El fiscal del M.P., ante la petición del padre, se comprometió a solicitarlo de inmediato.
“Se habían llevado a mi hijo sin deberla. Nosotros insistimos en que los videos comprobarían que mi hijo no había hecho nada malo. Hasta los dos meses me informaron que ya tenían la grabación en poder de la fiscalía, que la analizarían y después me mandarían a llamar”.
Desde entonces don Nemesio García, no ha dejado de acudir con las autoridades ministeriales, no obstante le advierten que no hay cintas grabadas; es más, que nunca existieron. Que solamente tienen las sábanas de llamadas, resultados que tampoco le han compartido a los afectados.
“Yo pienso que sí hay evidencias y que todo cuadra, por algo no me han querido enseñar nada. Pero hasta últimamente que vi el caso de los padres de Tierra Blanca y cómo exigieron las evidencias que me vino a la cabeza que debí haber hecho lo mismo”, comparte el padre, quien no deja de zapatear en el piso en señal de desesperación.
“A SU HIJO LO QUIEREN ETIQUETAR DE DELINCUENTE”
Los días mutaron a meses y el paradero de Pedro García Hernández seguía siendo un misterio, fue cuando los padres recibieron una visita. Se trataba de la dueña del taxi que conducía su hijo. Después de hablar con ella la confianza hacia la Secretaría de Seguridad Pública se largaría.
La señora regresaba de interponer una denuncia sobre el extravío de su automóvil y advirtió que los oficiales ministeriales le dijeron que denunciara los hechos como un robo y, además, responsabilizara a Pedro García Hernández como el responsable.
“Yo conozco a su hijo y es un buen muchacho. No se vale, aparte de que lo levantaron ahora lo quieren etiquetar de delincuente. Me dio rabia, ganas de escupirlos a la cara, pero me contuve”, desde entonces don Nemesio García si ha decidido dar entrevistas es para que alguien más le brinde apoyo en su búsqueda, sin tener resultados hasta el momento.
UN AMANTE DEL FUTBOL Y SU FAMILIA
Padre de una niña de 5 años, rentaba con su salario de taxista una recámara en el departamento de sus suegros. Apasionado al futbol y a las íguilas del América, comparten sus padres llorando. Estaba registrado al menos en dos equipos del pueblo. Había momentos en que se bajaba del taxi para acudir a sus partidos o visitar de manera infraganti a sus dos amores, como suele llamarles.
Don Nemesio adjetiva a su único hijo varón, de 32 años de edad, como un hombre alegre, responsable con sus labores de padre de familia; los 200 pesos que ganaba diariamente los repartía entre la renta de su cuarto, los servicios de agua, luz y gas doméstico. Si alcanzaba, bebía una cerveza los fines de semana viendo los partidos de su equipo de toda la vida.
Tal era su pasión por el balompié que entre las señas registradas en su ficha de desaparición está una camiseta deportiva color negra con franjas amarillas, quizá una imitación del uniforme alternativo de su equipo, así como una bermuda color beige y tenis entonos azul y blanco. Fue la manera en que salió vestido y desapareció.
No rebasa el metro con 68 centímetros, de tez morena, ojos café oscuro y como seña particular una prótesis dental, a falta de cuatro dientes delanteros, de ahí que se deriva su apodo: “El murciélago”, por la estructura de su dentadura.
Pedro García concluyó, y de manera satisfactoria, su carrera en Ingeniería Ambiental en el campus de Poza Rica, de la Universidad Veracruzana. No obstante, a falta de empleo decidió rentar un taxi y seguir el oficio de su señor padre, quien ahora lo recuerda con veladoras y la última fotografía que decidió retratarse.
Don Nemesio García, previo a dar por terminada la entrevista, lanza una última petición: “A la gente que se llevó a mi hijo les pido que hablen, que me digan por piedad si mi hijo está vivo y si ya está muerto a dónde lo fueron a enterrar. Déjenme llevarle una flor y encenderle veladoras, es todo lo que pido”. Finaliza el padre borrando su llanto con servilletas de papel.