“¡Pinches medios!”
El viernes 22 de noviembre, 2013, con un montón de acarreados a quienes entregaron despensita y 200 pesitos de estímulo, el general Arturo Bermúdez Zurita, súper secretario de Seguridad Pública (por tanto poder conferido) compareció ante la LXIII Legislatura y, bueno, la fiestecita y los 60 minutos de fama se le vinieron abajo con la protesta de los trabajadores de la información.
Luis Velázquez
De entrada, y cuando los vio a todos ellos atrás de cartulinas demandando seguridad, encabezados, entre otros, por la reportera, la gran reporteraza Norma Trujillo, de La jornada-Veracruz, hostigada por Antorcha Campesina, ligada al secretario General de Gobierno, Erick Lagos, el general se sintió encerrado “en su laberinto”.
Tanto que, por ejemplo, antes de iniciar la comparecencia desde el fondo de su hígado y del corazón, quizá de las neuronas, se le salió una bíblica exclamación de dos palabras, a saber, “¡pinches medios!”.
Claro, quizá a principios de semana la indigna Comisión de Atención a Periodistas, encabezadas por los Namikos, lo llamó a su oficina para tomarse cafecito y ungirlo como el héroe de las mil batallas de Veracruz, como sucediera cuando, por ejemplo, el general amenazara con la cárcel al fotoperiodista Félix Márquez por las fotos incómodas de los guardias comunitarios del poblado ”˜”™El inglés” de Tlalixcoyan, y donde, como se sabe, hay decenas de gente armadas al estilo de aquellos guardias rurales de la época del general Cándido Aguilar, gobernador de Veracruz de los años 1913 a 1920.
Pues bien, los reporteros y fotógrafos de Xalapa se plantaron ante el general en el Congreso, reclamando justicia, la más elemental justicia y seguridad en la vida y en los bienes de cada diarista, en un Veracruz donde van nueve asesinados, tres desaparecidos, un montón de exiliados y un montón de despedidos en sus medios por órdenes provenientes desde el palacio principal de Xalapa.
Así, resulta singular, indicativo y significativo que ahora hayan sido los trabajadores del periodismo quienes se expresaran ante un súper secretario del gabinete duartista, luchando por una de las más viejas, antiguas y milenarias aspiraciones del ser humano como es la seguridad.
La fiestecita que cada secretario del gabinete legal del gobierno de Veracruz tiene cada año para lucirse en la rendición de cuentas ante los diputados locales, y alcanzar así “la plenitud del pinche poder” con la pasarela política y mediática… ha sido adversa para el general.
Ni modo, “los pinches medios” se manifestaron, porque muchos, la mayoría quizá, vive una sicosis si se quiere decir, padece una pesadilla si se acepta, tuvo miedo (acaso todavía), primero, a los carteles; después, a los políticos, y ahora a los policías, pues desde hace un ratito y en cascada los atropellos, vejámenes, abusos y excesos del poder de las fuerzas del orden se han revirado en contra de ellos, como si de hecho y derecho desde el poder los odiaran y guardaran un resentimiento feroz y obsesivo.
Peor tantito, como si de plano, los políticos y los trabajadores de los medios (otra cosita son los dueños, los magnates y los hijos de los magnates) fueran enemigos declarados ad perpétuam, enfrascados en una pelea a muerte para que unos y otros se aniquilen.
Por eso la exclamación del general “¡pinches medios!”, que desde el punto de vista psicológico, siquiátrico y neurológico expresa, sin ninguna duda, un hartazgo. El hartazgo del general y quien sabe de cuántos funcionarios más, por la prensa. Antes, la prensa incómoda. Ahora, todos, digamos, la mayoría.
“¡Pinches medios!”. Pinches reporteros. Pinches fotógrafos. Pinches diaristas. Pinches columnistas. ¡Vaya lenguaje del sexenio próspero!
Y mientras, ni modo, el general encargado de blindar las calles, las ciudades, los pueblos, los 212 municipios, habrá de explicar la presencia de tres cadáveres en unos cañales de Fortín.
VIENTOS PUTREFACTOS ANUNCIAN UN INFIERNO; UN INFIERNO LLAMADO VERACRUZ
Quizá los años más difíciles del periodismo se padecieron en México con el presidente Gustavo Díaz Ordaz, cuando, y por ejemplo, a través de su operador policíaco, Fernando Gutiérrez Barrios, el gran director del semanario Por qué?, Mario Renato Menéndez Rodríguez, fue exiliado del país a Cuba.
Pero antes, claro, le incendiaron sus oficinas y talleres, en tanto los cuerpos policiacos y los agentes federales cazaban al gran reporterazo para treparlo a un avión y sacarlo del país.
Y ni se diga con el presidente Luis Echeverría Alvarez cuando aplastó con la fuerza política, social, policiaca y económica al diario Excélsior de don Julio Scherer García, a quien sólo faltó ultimar.
Por supuesto, otra epopeya de heroicidad para el periodismo fue vivido cuando en el segundo año del presidente Miguel de la Madrid, el columnista Manuel Buendía fue asesinado por la espalda, tiempos aquellos cuando Manuel Bartlett era secretario de Gobernación y José Antonio Zorrilla el jefe máximo de la Dirección Federal de Seguridad.
Y, bueno, sin caer en sobresaltos, la frase acuñada por el general Bermúdez en su comparecencia de “¡pinches medios!” manifiesta la ríspida cohabitación entre el gobierno de Veracruz y una parte de la prensa, que por lo pronto, se ignora (porque el futuro futuro es) su desenlace, pero al mismo tiempo, alimenta y siembra la desconfianza, el miedo, el temor, la zozobra y la incertidumbre.
Por lo siguiente: si en la prensa local hay trabajadores de la información secuestrados, desaparecidos, ejecutados, cercenados, exiliados… y despedidos a cambio del convenio mensual, habría de preguntarse con frialdad el destino final de aquí al mes de noviembre del año 2016.
Y más teniendo un general rijoso y peleonero con los medios, cuya fama pública lo ubica como un político próspero con una cadena hotelera y ranchos y otros negocitos.
Ni Elpidia, la bruja de los Llanos de Sotavento, pudiera quizá, acaso, descifrar el futuro que vendrá en la relación del gobierno y la prensa, que desde ahora ha sido y quizá seguirá igual como una pelea estelar de box.
Y es que los vientos sórdidos y putrefactos anuncian un infierno.
La frase “¡pinches medios!” lo dice todo.

