Otras, en contra del empresario Arturo Castagné Coutirier por difamación y daño moral.
Otra, en el OPLE, Organismo Público Local Electoral, contra de Cuitláhuac García, Nahle y el secretario de Desarrollo Social del Gobierno de Veracruz.
Y “mientras son peras o manzanas”, uno que otro abogado civil y penal y experto en asuntos electorales, sienten y presienten, creen y sospechan, están seguro, ciertos, ciertísimos que ninguna de las cinco denuncias procederá.
Todas irán al archivo muerto.
Digamos, “al basurero de la historia”.
Por ahí, perdidas en la burocracia de un cajón de escritorio.
La denuncia más dura y ruda en contra de Nahle como coleccionista inmobiliaria y acusada de corrupción.
Entonces, verdad o mentira, media verdad y media mentira, realidad o ficción (con todo y las escrituras exhibidas por Castagné), la presunción es que habría, digamos, y en todo caso, un dictamen oficial después del dos de junio.
Es decir, luego de la votación en las urnas para elegir al nuevo huésped sexenal en el palacio de gobierno de Xalapa.
En ningún momento, la gente incrédula pensaría en una negociación política y partidista.
Simplemente, aplicar “la aburridora” y ahí nos vamos.
Incluso, y todo y que pudieran ser interpuestas más denuncias.
Además, y de ser ciertas, nada mejor que “hacer al monje loco”.
Más porque luego de pasado un ratito de la alharaca y las candilejas en las marquesinas mediáticas, la conseja ideal es dejar que las cosas y los hechos vayan muriendo con los días y noches.
Se ignora si la oposición de Veracruz (PRI, PAN y PRD)…
Y los activistas sociales al lado de Castagné…
Y los ciudadanos integrados en el bloque “Todos Somos Pepe”…
Etecé, etecé…, reclamarán a las Fiscalías un dictamen “pronto, rápido y expedito”.
Incluso, antes de las elecciones como bien merece el caso.
Pero los abogados expertos en la materia tienen la premonición de que las denuncias serán archivadas.

II (Muchas denuncias penales en el vacío)
Hay muchas, demasiadas, excesivas denuncias penales “durmiendo el santo sueño de los justos”.
Las denuncias de los familiares por tantos feminicidios.
Las denuncias de los treinta y dos Colectivos, integrados con padres con hijos y parientes secuestrados y desaparecidos.
Las denuncias de los familiares de los trabajadores de la información asesinados en el tiempo de Javier Duarte, Miguel Ángel Yunes Linares y Cuitláhuac García.
Las denuncias de los familiares vinculados a los crímenes de odio.
Las denuncias por los cuarenta políticos y líderes partidistas secuestrados, desaparecidos y asesinados.
Las denuncias por tantos niños, jóvenes, mujeres y ancianos plagiados y desaparecidos.
Las cientos de denuncias penales de la Contraloría y el Orfis, Órgano de Fiscalización Superior, en contra de funcionarios públicos bajo sospecha de pillaje, corrupción, ordeña de vacas y metidas de mano al cajón.
Etecé. Etecé.
Entonces, las cinco denuncias en contra de Nahle, Cuitláhuac, el secretario de Desarrollo Social y en contra del empresario Arturo Castagné Couturier sobre la coleccionista inmobiliaria, zacatecana de origen, Rocío Nahle, de aquí a que se formen y sean ventiladas y dictaminadas en la fila está cañón.
Nada mejor que invocar y convocar el exceso de trabajo.
Y hacerse tonto.
Vaya, tanto desaseo con las denuncias penales en la Fiscalía General de la República por el secuestro, desaparición y posible asesinato de los 43 (cuarenta y tres) estudiantes de Ayotzinapa.
Puras largas en el legítimo reclamo de justicia.
Simplemente, justicia.
Justicia a secas.
Y, claro, apegada a la ley.
Y a la Constitución General de la República.
Otros caminos, digamos, han de buscarse para que las denuncias penales en el caso de Nahle, aliados, socios y cómplices, anexos y conexos, puedan caminar.
Además, en México, ya se sabe, son unos cuantos, pocos, escasos, limitados ciudadanos creyendo en la justicia.