Por ejemplo, el sábado 27 de abril en la sección “Sucesos” de Notiver: Titular: “Sólo tiene 14 años y asaltó a estudiante universitaria”.
Pretítulo: “La agraviada pidió ayuda a vecinos para detenerlo”.
Y en un Veracruz donde la delincuencia organizada y común se ha apropiado de la vida personal, la vida familiar y la vida colectiva, los vecinos “entraron al quite”.
Y el chico de 14 años, asaltante intrépido y audaz, muy fregón, fue detenido por asaltar a la chica de 21 años.
Fue en la avenida Eje Uno Poniente de la Unidad Habitacional Lomas del Coyol en la ciudad jarocha.

DOS. Delincuente de 14 años de edad

Duro y rudo.
El chico de 14 años la amagó con una navaja. Pensaba despojarla del dinero y el celular.
Y luego del asalto cuando la muchacha pidió ayuda lo corretearon en la calle de El Coyol.
Ahora, está preso, enfrentando quizá, quizá, quizá, el proceso penal.
La delincuencia adolescente “en la plenitud del pinche poder”.
Ya los amigos, la influencia televisiva, el liderazgo de los sicarios y pistoleros, malosos y malandros, carteles y cartelitos, ladronzuelos y raterillos, etecé, etecé, el hecho pega y duro en el llamado Estado de Derecho.

TRES. Malosos en el poder

A, el manifiesto vacío del poder oficial cubierto por los malandros, sean menores, sean jóvenes, sean adultos.
B, el Veracruz expuesto a las bandas delincuenciales ante la incapacidad manifiesta de la autoridad estatal.
C, los teóricos bien podrían documentar los grandes vacíos de formación humana en los hogares. Familias, digamos, disfuncionales.
D, la posible influencia dura y canija de los amiguitos participantes en pandillas de barrio.
E, el descuido de los padres y los profes de las escuelas primaria y secundaria y la lejanía con que la autoridad estatal vigila el desarrollo humano.
Sea como sea ahí están las consecuencias y estragos.

CUATRO. Asaltante solitario

Catorce años el chico, un delincuente consumado.
Por una razón de peso y con peso: es un asaltante solitario. En el caso, actuó y operó solo. Sin cómplices. Sin “halcones” que la avisaran del contorno.
Con una navajita, digamos, para hacer rajitas de tomate para una ensalada. Y/o para pelar una naranja.
Y en contra de una muchacha siete años mayor de edad.
Un chico valiente, audaz, temerario, dispuesto a todo.
Hacia 1910, así empezó Pancho Villa, alias Doroteo Arango. Luego de evitar el ultraje de una hermana y arrebatar la pistola al hacendado y pegarlo un tiro, huyó al monte en Chihuahua.
Y aceptado en una banda delincuencial se fue convirtiendo en un robavacas y que luego vendían en bajo precio en los rastros municipales.

CINCO. Hijos de la pobreza

De seguro, “veinte y las malas” el resto de Veracruz (como el país) estarán igual con casos de menores de edad en la delincuencia.
Más, mucho más, si son hijos de la miseria, la pobreza y la jodidez.
Y más, con padres disfuncionales, divorciados, separados, en unión libre, incluso.

SEIS. Pendiente social

Un asunto, digamos, de seguridad nacional.
Caso, por ejemplo, de las famosas y temibles bandas de “Los Maras” que nacidas en América Central se extendieron a Los Angeles, en Estados Unidos.
Se trata, entonces, de una realidad frustrante y avasallante.
Pero, bueno, si en Veracruz el gobierno del Estado es incompetente para evitar el liderazgo nacional en feminicidios, secuestros y fosas clandestinas, nada puede esperarse que en el transcurso del semestre faltante de la llamada Cuarta Transformación mire a los menores delincuenciales.