Penúltimo feminicidio, Cuitláhuac: en Coatzacoalcos, una chica de unos veinte años, ejecutada de ocho balazos. En el acceso al Frac. Villas de Santa Martha. El homicida huyó en una motocicleta. Ella caminaba sobre una banqueta. Y fue rafagueada.
Ultimo feminicidio, primero de mayo. En Papantla, en el poblado Gustavo Díaz Ordaz, el cadáver de una mujer asesinada. Totalmente desnuda. Con huellas de violencia. Por lo pronto, desconocida.
El Veracruz donde “las mujeres pueden soñar” según la frasecita bíblica del góber jaranero en el informe de gobierno en su Tlacotalpan favorito.

PASAMANOS: El peor legado histórico de la purificación moral, la honestidad valiente, la 4T, MORENA y el obradorismo es el siguiente: Veracruz, campeón nacional en feminicidios.
Y como postre, campeón nacional en secuestros, extorsiones y fosas clandestinas. Las últimas, con ocho cadáveres en límites de Veracruz y Oaxaca.
Casi casi como si Cuitláhuac tuviera y padeciera un rechazo neurológico, sicológico y siquiátrico en contra de las mujeres.
Nadie, claro, lo acusa de autoría intelectual. Pero en contraparte, es el máximo responsable de la seguridad en la vida y en los bienes.
Más, en la vida, porque los bienes van y vienen… si vuelven, incluso.

CORREDORES: El peor error de Cuitláhuac. La peor falla. La manifiesta incapacidad. “Veinte y las malas” gira alrededor del feminismo.
Uno, la ineficacia de la secretaría de Seguridad Pública.
Tres, la ineficiencia de la Fiscalía General…, con todo, claro, y más peor, porque la titular es una mujer bragada que cuando tomara posesión advirtiera “a tirios y troyanos” que “Aquí mando yo.
Tres, el principio de Peter del góber quien simplemente no ha podido (ni podrá en el resto del sexenio) con el paquete.
Feminicidios en los cuatros puntos cardinales.
Montón (número incalculable) de niños huérfanos.
Y parejas viudas.

BALCONES: Con el góber porfirista, Teodoro A. Dehesa, el crimen impune de cientos de obreros textiles de Río Blanco.
Con el góber porfirista, Luis Mier y Terán, el asesinato de los jarochos sublevados a una reelección más de Porfirio Díaz Mori.
Con el góber Jorge Cerdán, y en la década de 1940, cuarenta mil agraristas asesinados en la lucha por la tierra.
Con Agustín Acosta Lagunes, el auge de “La Sonora Matancera” cobrando cincuenta mil pesos por matar a un cristiano.
Con Javier Duarte, el asesinato de diecinueve periodistas más tres desaparecidos, Veracruz, “el peor rincón del mundo para el gremio reporteril”.
Con Cuitláhuac García, el peor de los peores resultados, el feminicidio.

PASILLOS: El cerebro, las neuronas, la inteligencia, el talento, su capacidad como inventor científico condecorado por la Universidad Veracruzana, del góber obradorista bien valdría un estudio sicológico y siquiátrico para aproximarse a una interpretación social del feminicidio.
Las razones de peso y con peso para que el góber haya puesto a Veracruz en el ranking nacional del asesinato de mujeres.
Fue iniciado en el primer mes del sexenio, diciembre del año 2018, cuando en los límites de Isla y Rodríguez Clara, unos migrantes fueron emboscados y asesinada una mujer originaria de Guatemala.
Entonces, quien fuera el poderoso secretario de Gobierno, Éric Patrocinio Cisneros Burgos, inculpó (sin pruebas) al día siguiente a la policía de Isla.
Y el presidente municipal de Isla luego luego reviró a Cisneros que los asesinos eran “polleros”.
A partir de ahí, el tsunami feminicida empezó como una andanada de piedras resbalando en la ladera y de manera precipitosa.

VENTANAS: Se trata de la peor mancha del sexenio de Cuitláhuac, el más frívolo y vanidoso de los 78 (setenta y ocho) gobernadores de Veracruz.
Frívolo, le valen los feminicidios.
Pero como advirtieran las mujeres en la marcha en Xalapa con una cartulina:
“En las urnas… nos vemos”.